por Emiliano Rodríguez
Volvió a generar revuelo interno Elisa Carrió en estos días, con su embestida en contra del ministro de Justicia, Germán Garavano.
El funcionario incluso recibió la bendición del presidente Mauricio Macri para mantenerse en el cargo, tras poner su renuncia a disposición de Balcarce 50, aunque la llaga en la alianza de Gobierno permanece abierta.
La líder de la Coalición Cívica y cofundadora de Cambiemos ratificó en las últimas horas que impulsará un pedido de juicio político contra Garavano.
“Nunca es bueno para un país que un ex presidente esté detenido”, había opinado el ministro: un comentario que desató la furia de “Lilita” Carrió.
La diputada consideró que Garavano estaba “bajando una línea” a la tropa legislativa de Cambiemos, en especial en el Senado, en momentos en los que se espera que en el Cámara alta comience a discutirse próximamente la posibilidad de quitarle los fueros a la ex mandataria Cristina Kirchner.
Y casi en simultáneo con las expresiones del ministro, que luego sostuvo que su frase “pudo haber sido desafortunada”, la Cámara Federal de Casación Penal dispuso absolver al ex presidente Carlos Menem en el marco de la causa por tráfico de armas a Ecuador y Croacia.
Ese tribunal, integrado por los magistrados Liliana Catucci, Carlos Mahiques y Eduardo Riggi, consideró que no se cumplió el “principio del plazo razonable” para llegar a una condena firme y que, por consiguiente, Menem termine preso.
¿Se trató de una decisión política? Claramente sí: la Justicia resolvió que ese período “razonable” había finalizado después de haber dejado correr el tiempo en forma deliberada.
El fallo, que generó incluso vergenza ajena en el ámbito judicial, exacerbó aún más el ánimo de Carrió y de sectores del radicalismo vinculados a Cambiemos.
En un contexto nacional en el que la crisis económica golpea con dureza a los argentinos y la situación es poco probable que mejore en los próximos meses (largos), el Gobierno está obligado a suturar con prisa las heridas internas que pueda ocasionar Carrió con su presunta arremetida patriótica.
“Lilita” incluso viene de perder gente de su confianza en la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP).
Maradona o “Chacho”, pero con polleras
Quienes la conocen de cerca, suelen compararla con Diego Maradona: “Es un combo, la tomás o la dejás, así es ella, te mete un golazo contra los ingleses en México o te puede armar un revuelo bárbaro peleándose con todo el mundo”, sostuvo un vocero de Cambiemos en diálogo con NA.
En el Gobierno consideran que probablemente Carrió seguirá adelante con su cruzada, mientras crece el temor de que en algún momento deje de lado ese entrañable perfil maradoniano para terminar convirtiéndose en una especie de Carlos “Chacho” µlvarez con polleras.
El oficialismo necesita que la diputada levante el pie del acelerador, desista de presentar un pedido de juicio político contra Garavano y vuelva a alinearse plenamente.
Ocurre que, además del comentario del ministro y de la absolución de Menem, ninguna gracia le causó a Carrió que el macrismo le otorgara a la oposición en el Congreso, involuntariamente o no, una excusa ideal para que quedara trunca la sesión en la que “Lilita” iba a ser ungida como presidenta de la comisión bicameral de Seguimiento y Control del Ministerio Público.
Se trata de un cuerpo que debe encargarse de controlar a fiscales y a jueces. Sus autoridades se renuevan todos los años y después de que fuera liderado por la diputada Graciela Camaño, estaba previsto que pasara a estar encabezado por un senador a partir de ahora.
El Gobierno propuso a Carrió, una diputada, y por ese motivo el peronismo le quitó el quorum a la sesión. “Lilita” terminó por renunciar a esa presidencia, pero según pudo averiguar NA, quedó flotando la sospecha de que el oficialismo sabía de antemano que después de Camaño debía asumir un senador/a.
El justicialismo se unió para darle la espalda a la iniciativa del macrismo de proclamar a “Lilita”, en una especie de versión en microfilme de lo que podría suceder durante la campaña electoral de 2019, cuando se espera que el peronismo comience a actuar cada vez más como un bloque unido en el Parlamento.
Trascendió incluso que la respuesta corporativa del peronismo frente a la propuesta oficial de ubicar a Carrió al frente de esa comisión bicameral estuvo previamente consensuada entre el líder del Frente Renovador, Sergio Massa, y el adalid cristinista Máximo Kirchner.
Por fuera del Congreso, el justicialismo también procura mostrarse cada vez más sólido -¿y unido?-, mientras sectores más cercanos al kirchnerismo buscan tender puentes para que Massa regrese a la estructura partidaria.
El desfile que se viene
En el Senado, el oficialismo parece decidido a avanzar con el debate sobre el posible desafuero de Cristina, pero los armadores políticos de la coalición de Gobierno saben perfectamente que la figura de la ex Presidenta es más funcional a los intereses de Macri de ser reelecto -en 2019- estando en libertad que tras las rejas.
En este sentido, se espera que la ex jefa de Estado desfile largamente por los tribunales de Comodoro Py el año que viene, para comparecer ante la Justicia en el marco de las distintas causas judiciales (cuatro en total) en las que fue enviada a juicio.
Cristina, con complicaciones judiciales en alza, pero fuera de prisión, de acuerdo con voceros del oficialismo, no haría más que agigantar la “grieta” de la que tanto ha logrado beneficiarse políticamente el macrismo hasta el momento.
La causa de los cuadernos del remisero Oscar Centeno también mantiene en vilo al Gobierno y a la ex familia presidencial.
Aunque la cantidad de empresarios involucrados en el supuesto pago de coimas al kirchnerismo complicó los planes de la Casa Rosada para avanzar con obras públicas de envergadura: esas que son realmente capaces de mover el amperímetro en mediciones sobre actividad económica.
Uno de esos hombres de negocios es nada más ni nada menos que el principal accionista de la constructora más grande de la Argentina, la multinacional Techint: Paolo Rocca.
Detestado por referentes del gobierno anterior, Rocca quedó en una posición compleja desde el punto de vista judicial después de que otro alto ejecutivo de esa compañía, Luis Betnaza, revelara ante la Justicia pagos ilegales al kirchnerismo en 2008.
Por ese motivo el juez federal Claudio Bonadio convocó a Rocca, que declaró este viernes y sostuvo que no estaba al tanto de la situación que describió Betnaza.
¿Corre peligro Rocca de ir preso, convirtiéndose en una especie de Marcelo Odebrecht argentino? ¿Se animará al gobierno de Macri a soltarle la mano a un empresario de semejante calibre?
Quizás en los próximos días surjan respuestas para estas preguntas que comenzaron a flotar en las últimas horas en pasillos de los tribunales federales de Comodoro Py.
(*): Secretario general de redacción de la agencia Noticias Argentinas.